Como ya lo hemos visto en el último post de esta série, nunca ha habido una verdadera escasez de las extensiones de nombres de dominio, sino más bien una creación cuidadosamente planeada de nuevas extensiones para abastecer el mercado a lo largo de los años, excluyendo los dominios de extensiones de país (ccTLDs) y de su soporte de los caracteres internacionales. Además del simple coste de un nombre de dominio, que sea clásico, internacionalizado, o una de las casi dos mil nuevas extensiones a precio de oro que pronto serán lanzadas, hay muchos costes ocultos aún por descubrir, la mayoría siendo costes externalizados.
El valor de un nombre de dominio se basa principalmente en su clasificación (o ranking). Esta clasificación puede ser expresada por su deseabilidad: una marca valoriza su nombre, los consumidores valorizan la marca y la imagen que vehicula. También se puede expresar como factor de optimización para los motores de búsqueda: si usted quiere que aparezca en las primeras posiciones de los resultados de una consulta en un motor de búsqueda, su nombre de dominio forma parte de la ecuación. Además, si su dominio es un poco bajo en las SERPs (para Search Engine Results Pages, o páginas de resultados del motor de búsqueda), los usuarios le reconocerán y van hacer clic en su enlace porque ellos le reconecen de antemano.
El concepto económico de posicionalidad adquiere aquí un nuevo significado.
En un mundo donde van conviver cerca de dos mil extensiones de nombres de dominio, ¿cómo vamos poder, como usuarios, recordarnos una extensión en particular? ¿Cómo vamos diferenciar entre ellas?
¿Cuál es la diferencia entre, por ejemplo, harrypotter.com, harrypotter.book y harrypotter.movie? La extensión debería proporcionarnos una pista para entender el contenido, así el .book y el .movie deberían ser significativos. Pero ¿quién hospeda este contenido?, y ¿quién es su autor? Tal vez es un comerciante único como Amazon o Barnes & Nobles, o el sitio web del editor o del autor. ¿Hay todavía espacio para fansites?
¿Qué hay de harrypotter.lol y de harrypotter.wow? ¿De qué valor facial estos dominios son portadores?
Y nos enfocamos aquí solamente en las marcas lo suficientemente ricas como para estar presentes casi en todas partes. ¿Y si .books pertenecía finalmente a Google y .movie a Webdeus Inc. (alias Radix, o Directi)?
Digamos que .books pertenece a la empresa XYZ. Esta empresa está a cargo de la extensión principal y puede vender cualquier nombre de dominio bajo esta extensión a quién quiere. ¿Eso significa que va a traer una garantía específica sobre el contenido de estos sitios?
La única manera para los usuarios encontrar información va ser de usar un motor de búsqueda y/o una búsqueda social. Nada nuevo en realidad.
Pero se sentirán abrumados por todos estos sitios, y el valor que le atribuimos a extensiones específicas (.com contra .es o .com.mx) se perderá entre mil otras.
La sobrecarga cognitiva de esta elección es uno de los costes externos que deberán pagar los usuarios, así como los motores de búsqueda, y no parece haber ningún beneficio asociado al fin y al cabo.
El mero hecho de permitir nombres de dominio internacionalizados (IDNs) lleva en sí mismo su propia desventaja. Puesto que todos los usuarios actuales de Internet han aprendido a olvidar todo signo diacrítico en los nombres de dominio que introduzcan, no hay necesidad real para que un nombre de dominio acentuado corresponda al mismo sin acento. Sin embargo, para prevenir la ciberocupación, las marcas acentuadas necesitan comprar su nombre de dominio también acentuado.
La principal ventaja de los IDNs es el soporte para alfabetos no latinos. Hasta ahora, las marcas eran acostumbradas a transliterar su nombre para ser conocidas globalmente, incluso en su mercado local, y por lo tanto tienen el hábito de usar un nombre de dominio transliterado.
Por ejemplo, Uniqlo, una marca de ropa japonesa, utiliza el nombre de dominio uniqlo.com (escrito en romaji), e incluso su versión japonesa, uniqlo.jp, redirige para uniqlo.com/jp/, mientras que su nombre de dominio completamente internacionalizado ユニクロ.日本 aún no existe.
Por otra parte, Beeline, una marca de telecomunicaciones rusa, es accesible a través de beeline.ru y de la versión cirílica Билайн.рф.
La implementación de nombres de dominio completamente internacionalizados es un trabajo en progreso, y deberíamos ver más y más nombres de dominio localizados a los cuales las nuevas generaciones de usuarios estarán más familiarizados.
No hay duda acerca de la naturaleza artificial de la escasez de los nombres de dominio. Hemos vivido un periodo histórico donde internet tenía que ser limitada en términos de espacio de modo que la red pueda alcanzar un nivel mínimo de reconocimiento para alimentar su crecimiento, de donde el número limitado de extensiones de nombres de dominio y de alfabetos soportados. Se puede decir que este período era innecesario, demasiado largo, o que la libertad de nombrar debería haber sido canalizada de manera diferente (un salto cuántico de todos los alfabetos y todas las extensiones permitidos al mismo tiempo, con todos los posibles conflictos para tratar, constituyendo un caso extremo de liberalización). Sin embargo, la solución implementada por la ICANN limita el acceso a un número de extensiones por el precio que las entidades (comunidades de individuos, corporaciones) están dispuestas a pagar, permitiéndoles también solicitar extensiones genéricas no relacionadas con marcas.
Nos guste o no, una cosa es cierta: el futuro de los nombres de dominio está a nuestra puerta.
Un bien posicional
El valor de un nombre de dominio se basa principalmente en su clasificación (o ranking). Esta clasificación puede ser expresada por su deseabilidad: una marca valoriza su nombre, los consumidores valorizan la marca y la imagen que vehicula. También se puede expresar como factor de optimización para los motores de búsqueda: si usted quiere que aparezca en las primeras posiciones de los resultados de una consulta en un motor de búsqueda, su nombre de dominio forma parte de la ecuación. Además, si su dominio es un poco bajo en las SERPs (para Search Engine Results Pages, o páginas de resultados del motor de búsqueda), los usuarios le reconocerán y van hacer clic en su enlace porque ellos le reconecen de antemano.
El concepto económico de posicionalidad adquiere aquí un nuevo significado.
Costo externo de un número demasiado grande de extensiones
En un mundo donde van conviver cerca de dos mil extensiones de nombres de dominio, ¿cómo vamos poder, como usuarios, recordarnos una extensión en particular? ¿Cómo vamos diferenciar entre ellas?
¿Cuál es la diferencia entre, por ejemplo, harrypotter.com, harrypotter.book y harrypotter.movie? La extensión debería proporcionarnos una pista para entender el contenido, así el .book y el .movie deberían ser significativos. Pero ¿quién hospeda este contenido?, y ¿quién es su autor? Tal vez es un comerciante único como Amazon o Barnes & Nobles, o el sitio web del editor o del autor. ¿Hay todavía espacio para fansites?
¿Qué hay de harrypotter.lol y de harrypotter.wow? ¿De qué valor facial estos dominios son portadores?
Y nos enfocamos aquí solamente en las marcas lo suficientemente ricas como para estar presentes casi en todas partes. ¿Y si .books pertenecía finalmente a Google y .movie a Webdeus Inc. (alias Radix, o Directi)?
Digamos que .books pertenece a la empresa XYZ. Esta empresa está a cargo de la extensión principal y puede vender cualquier nombre de dominio bajo esta extensión a quién quiere. ¿Eso significa que va a traer una garantía específica sobre el contenido de estos sitios?
La única manera para los usuarios encontrar información va ser de usar un motor de búsqueda y/o una búsqueda social. Nada nuevo en realidad.
Pero se sentirán abrumados por todos estos sitios, y el valor que le atribuimos a extensiones específicas (.com contra .es o .com.mx) se perderá entre mil otras.
La sobrecarga cognitiva de esta elección es uno de los costes externos que deberán pagar los usuarios, así como los motores de búsqueda, y no parece haber ningún beneficio asociado al fin y al cabo.
Costes externos de los nombres de dominio internacionalizados
El mero hecho de permitir nombres de dominio internacionalizados (IDNs) lleva en sí mismo su propia desventaja. Puesto que todos los usuarios actuales de Internet han aprendido a olvidar todo signo diacrítico en los nombres de dominio que introduzcan, no hay necesidad real para que un nombre de dominio acentuado corresponda al mismo sin acento. Sin embargo, para prevenir la ciberocupación, las marcas acentuadas necesitan comprar su nombre de dominio también acentuado.
La principal ventaja de los IDNs es el soporte para alfabetos no latinos. Hasta ahora, las marcas eran acostumbradas a transliterar su nombre para ser conocidas globalmente, incluso en su mercado local, y por lo tanto tienen el hábito de usar un nombre de dominio transliterado.
Por ejemplo, Uniqlo, una marca de ropa japonesa, utiliza el nombre de dominio uniqlo.com (escrito en romaji), e incluso su versión japonesa, uniqlo.jp, redirige para uniqlo.com/jp/, mientras que su nombre de dominio completamente internacionalizado ユニクロ.日本 aún no existe.
Por otra parte, Beeline, una marca de telecomunicaciones rusa, es accesible a través de beeline.ru y de la versión cirílica Билайн.рф.
La implementación de nombres de dominio completamente internacionalizados es un trabajo en progreso, y deberíamos ver más y más nombres de dominio localizados a los cuales las nuevas generaciones de usuarios estarán más familiarizados.
Escasez o no
No hay duda acerca de la naturaleza artificial de la escasez de los nombres de dominio. Hemos vivido un periodo histórico donde internet tenía que ser limitada en términos de espacio de modo que la red pueda alcanzar un nivel mínimo de reconocimiento para alimentar su crecimiento, de donde el número limitado de extensiones de nombres de dominio y de alfabetos soportados. Se puede decir que este período era innecesario, demasiado largo, o que la libertad de nombrar debería haber sido canalizada de manera diferente (un salto cuántico de todos los alfabetos y todas las extensiones permitidos al mismo tiempo, con todos los posibles conflictos para tratar, constituyendo un caso extremo de liberalización). Sin embargo, la solución implementada por la ICANN limita el acceso a un número de extensiones por el precio que las entidades (comunidades de individuos, corporaciones) están dispuestas a pagar, permitiéndoles también solicitar extensiones genéricas no relacionadas con marcas.
Nos guste o no, una cosa es cierta: el futuro de los nombres de dominio está a nuestra puerta.
Fotografía: Faucet Fountain, por D.H. Parks (CC BY 2.0)
Une rareté par choix, pas par définition (en francés)
Scarcity by design, not by definition (en inglés)
Uma escassez por escolha, não por definição (en portugués)
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